Pues hay veces que las tecnologías permiten cosas atroces y cosas estupendas...
Voy a poner una de las últimas: el tour virtual por el Museo Arqueológico de la Universidad Americana de Beirut, toda una institución en Líbano, aunque totalmente privada y con unos precios prohibitivos para la mayoría de la población. Eso sí, tiene unos jardines públicos que son uno de los lugares más agradables de la ciudad.
Entre las instalaciones del campus se encuentra este museo, que alberga colecciones de lo que podríamos calificar dudoso origen y otras procedentes de excavaciones científicas planificadas bien establecidas.
Como darse un garbeo hasta aquí puede resultar un tanto complejo, aprovecho y pongo el enlace que proporciona una visita a través de la pantalla, uno de los mejores que he visto y que incluye información de textos, piezas en 3D, imágenes y enlaces a otros sitios de interés. Sólo hay que ir activando los iconos que salen en determinados puntos del recorrido para acceder a la información.
He traducido como he podido los textos que aparecen relacionados con el ámbito fenicio, que quedan aproximadamente de esta forma:
Edad del Bronce Final (ca- 1600 – 1200 BC)
Hay tres grandes imperios que dominaron la región del
Levante mediterráneo durante esta etapa: el reino de Mitanni al norte de Siria,
los Hititas en Anatolia y los faraones egipcios de la dinastía XVIII. En torno
al 1275 BC, la batalla de Qadesh entre los ejércitos egipcio e hitita determinó
el establecimiento de un tratado en virtud del cual ambos imperios se reparten el
territorio: hititas al norte, egipcios al sur.
En cuanto a la arquitectura de este periodo, Ugarit, en la
costa norte de Siria, es el yacimiento de referencia en el Levante
mediterráneo. Es una ciudad de 20 ha. de extensión, con templos, palacios,
barrios residenciales y tumbas. Otras ciudades de este periodo se han conocido
grandes gracias excavaciones como las de Alalakh, Tell Kazell, Kamid el-Loz y
Meggido. Igualmente hemos tenido noticias a través de los textos de los
archivos diplomáticos de El Amarna, que describen el palacio de Tiro como excesivamente
grandioso.
En este momento la economía prosperó dando lugar al pago de
tributos por parte de los reyes levantinos a los dirigentes extranjeros. En
consecuencia, se desarrolló una actividad comercial de bienes de lujo: piezas
de oro, marfil, ámbar, vidrio y piedras preciosas.
En el siglo XIII BC aparece el primer alfabeto cuneiforme,
de 30 letras, en las tablillas de arcilla de la ciudad de Ugarit, dónde también
se localizaron una gran cantidad de textos que informan de primera mano de la
religión y mitologías del panteón épico ugarítico, incluyendo, entre otras, a
las divinidades El (dios supremo), Baal (dios de las tormentas) Athirat o la
Astarté de los posteriores fenicios y Anat (hermana de Baal)
Los fenicios (s. XII-V BC)
La palabra fenicio deriva del término griego phoinikes,
que pudo hacer referencia al tinte púrpura rojizo que dio lugar a la fama de
ese pueblo en la antigüedad. Fenicia, territorio que en la actualidad se
corresponde, grosso modo, con la parte costera del actual Líbano, no fue
una nación, sino un grupo de pequeñas ciudades-estado independientes, cuyos
habitantes se nombraban a sí mismos por los nombres de las ciudades: tirios,
sidonios...
Esos centros yacen actualmente bajo las ciudades modernas,
por lo que las evidencias de planificación urbana y arquitectura se limitan a
los barrios de artesanos en Sarepta, un almacén las fortificaciones de Beirut y
los barrios residenciales en Tell Kazel.
La contribución cultural fenicia más importante fue la
invención del alfabeto consonántico (o abjad) en torno al 1000 BC, a
partir del cual se derivan los alfabetos escritos. El alfabeto fenicio también
se denomina escritura lineal temprana (ojo: en un contexto
semítico, no conectado a los sistemas de escritura minoicos), marcando también
la transferencia de un sistema de escritura multidireccional, en el que se
escribía usando varias direcciones, a una escritura horizontal regulada de
derecha a izquierda.
El alfabeto fenicio se usó para escribir los idiomas
cananeos de la Edad del Hierro Inicial:
fenicio, hebreo, moabita, amonita y edomita, así como el arameo antiguo.
Su uso en Fenicia propició su amplia difusión fuera del ámbito cananeo, ya que
fue extendido por los mercaderes fenicios a lo largo y ancho del contexto
geográfico mediterráneo, donde fue adoptado y modificado por muchas otras
culturas. Se convirtió en uno de los sistemas de escritura más utilizados en
aquel momento. El alfabeto fenicio propiamente dicho permaneció en uso en la
antigua Cartago hasta el siglo II a. C. (es conocido como alfabeto púnico),
mientras que en otros lugares se diversificó en numerosos alfabetos nacionales,
incluidos el arameo y el samaritano, varias escrituras de Anatolia y los
primeros alfabetos griegos. En Oriente Próximo, el alfabeto arameo tuvo un
éxito especial, dando lugar a la escritura cuadrada judía y la escritura
persoárabe, entre otras.
Los fenicios son conocidos debido a sus
competencias en navegación y comercio. Exploraron y explotaron diversas rutas
comerciales en el Mediterráneo en busca de materias primas y mercados,
estableciendo colonias desde Chipre, al este, pasando por Italia, España, el Magreb y
la costa atlántica del Norte de África. Desarrollaron una economía mercantil
basada en la exportación de madera de los cedros del Líbano y de productos de
su artesanía local: metalistería, marfiles, tejidos teñidos, vidrio, vino y
aceite de oliva. En cambio, fueron importadores de productos como cobre nativo,
metales preciosos y animales exóticos.
En cuanto a la religión, cada ciudad fenicia adoraba a sus
propios dioses, si bien todas tienen elementos comunes. En Biblos se adoraba a
Baal y Baal-Gubal, en Saida a Astarté (diosa común a varias ciudades) y en Tiro
las divinidades principales eran la díada Melkart y Astarté. Aunque algunas
fuentes escritas indican que había muchos templos, las fuentes arqueológicas
han revelado apenas unos pocos, como el santuario de Sarepta dedicado a la
diosa Tanit y un templo en Tell Kazel, Siria.
Astarté es uno los nombres asociados a la principal
divinidad femenina, tanto de cananeos como de fenicios y estaba relacionada con
la fertilidad, la sexualidad y la guerra. Sus símbolos eran el león, el
caballo, la esfinge, la paloma y una estrella dentro de un círculo que indicaba
el planeta Venus. Los Tronos de Astarté son aproximadamente una docena de piezas
arqueológicas que generalmente datan de las épocas persa, helenística y romana. En ellos, la diosa está representada por sus atributos animales como las esfinges aladas, la palmeta o incluso un betilo o piedra que simboliza la divinidad. Se han localizado especialmente en las áreas
alrededor de Sidón, Tiro y Umm al-Amad y se han encontrado también en
yacimientos fenicios del entorno mediterráneo, incluido un relieve de Hadrumetum (Túnez) y un escarabajo de
Tharros (Italia). Incluso se han localizado tronos en la Península Ibérica como el de El Carambolo, en Camas (Sevilla) que lleva grabada una incisión con el siguiente texto: Este trono han hecho Ba`lyaton hijo de Dommilk y Abdba´l hijo de Dommilk hijo de Ysh´al para Astarte-Hor, nuestra señora, porque ha escuchado la voz de sus palabras. Se trata de la inscripción fenicia más antigua (siglo VIII a. C.) existente hasta la fecha en el mundo de las colonias occidentales, y nos presenta la existencia de una ofrenda -la estatuilla en sí misma como exvoto- que dos hermanos realizaron a la diosa del santuario de El Carambolo en respuesta a la protección y/o ayuda prestada por la diosa.
Los viajes por el Mediterráneo y las largas distancias contribuyeron a que los navegantes, viajeros y comerciantes de distintas procedencias tomaran a Astarte como protectora. En el siglo X a. C. los reyes y príncipes de las más importantes ciudades orientales como por ejemplo Tiro, eran sacerdotes de su culto, Astarte era considerada la diosa patrona de sus ciudades y garante del sistema dinástico. Las amplias atribuciones de Astarte la presentan como una diosa versátil y múltiple. Junto con su pareja masculina, Baal, fue venerada en múltiples lugares del Mediterráneo Antiguo
Info complementaria sobre Astarté y occidente mediterráneo
La tradición funeraria fenicia se compone, a la vez, de
enterramientos y cremaciones. Las tumbas muestran una tipología variada, desde
enterramientos en cista o en vasijas cerámicas (por ejemplo, en Tell Arqa,
Khalde y Tiro) hasta pozos verticales excavados en la roca, como la tumba de
Ahiram en Biblos.
La era persa (ca. 539-330 BC)
Entre los años 539 y 330 BC (Edad del Hierro III) el Imperio
Aqueménida, cuya extensión llegó a alcanzar desde el valle del Indo hasta Egipto,
se anexionó el territorio del Levante Mediterráneo. La región se dividió en
unas unidades administrativas llamadas satrapías, a las que se les concedió
cierta autonomía local.
Las ciudades-estado fenicias disfrutaron de una situación
favorable y continuaron gobernadas por reyes locales, como muestra el sarcófago
de Eshmunazar de Sidón.
El descubrimiento del Templo de Eshmún atestigua la
importancia de Sidón durante este periodo, ciudad que yace bajo la actual Saida
y que aún no ha sido excavada, si bien se conocen con más detalle los
cementerios reales, como el de Ayaa, con sus lujosísimos sarcófagos. Algo más
al norte, el yacimiento de Amrit tiene un destacable templo dedicado al dios Hércules-Melqart
y las Tumbas Maghazil, ambos conjuntos datados durante el periodo persa.
En Beirut, diferentes excavaciones han descubierto un distrito residencial y
comercial construido según una planificación ortogonal y adyacente al puerto
antiguo de la ciudad, elementos que han arrojado información muy relevante
sobre la planificación urbanística fenicia durante el periodo persa.
La actividad comercial floreció bajo durante el dominio
aqueménida y se han localizado pequeños asentamientos griegos establecidos para
comerciar en Tell Sukas, Ras el Bassit y Al-Mina. La escultura, cerámica y
metalistería de este periodo muestran influencias persas, egipcias y griegas.