martes, 25 de diciembre de 2012

Una tartaleta salada...

Pues que ayer se me ocurrió subir al feisbuk  la foto de una tartaleta que preparamos para comer y... ¡ha gustado! (al menos el aspecto y la foto). Incluso ha habido peticiones de receta.

Este tipo de tartaleta salada se conoce como quiche, palabra del francés lorenés (el hablado en la región de Lorena, en el noreste de Francia), derivado a su vez del alemán Küchen (cocinar/cocinado). Pongo un enlace en al Centre National de Ressources Textuelles et Lexicales del CNRS francés, que es un sitio harto importante, para aclarar estas cuestiones. Obviamente, parece que el lugar de origen de las quiches es precisamente esta región europea, la Lorraine y es conocida como la receta original de la que proceden todas las demás variantes de quiche: la vosgienne, de la región de los Vosgos, o la  quiche alsaciennede la Alsacia. Como puede verse en los mapas, todas ellas están muy cercanas.

La que preparamos ayer es una mezcla de todas, con un toque de ras al hanut...

Para la masa usamos la que viene ya preparada, masa brise de La Cocinera. Se puede hacer también artesanalmente, pero tengo cierta tendencia a fastidiarla.

Para el relleno usamos lo siguiente:
- 4 huevos,
- como un 1/4 de un queso de esos pequeñitos, manchego curado y rallado grueso al instante,
- una cebolla morada cortada a tiras finitas, rehogada en muy poco aceite hasta ponerla transparente y escurrida,
- una botella de nata para cocinar, de 250 ml.
- una cucharadita de semillas de alcaravea
- un toque de ras al hanut (muy poco)
- otro toque de nuez moscada y de pimienta negra recién molida. Y sal, claro.

Como idea general, se puede añadir carne, también rehogadas y escurrida: tiras de panceta es lo normal, pero en caso de apuro valen tiras de pavo, de salchichas o lo que se tenga por ahí...

Lo primero que se hace es la base, hace falta un molde (me gustan de vidrio, incluso los hay con asas, que son más cómodos)



Se enciende el horno a 200 y mientras calienta, se pone la masa forrando el molde, normalmente se recortan los bordes al ras del vidrio, pero a nosotros nos gusta que sobresalga un poco (así, al crecer la masa, no sufrimos accidentes). Se cubre con papel de hornear (de aluminio vale también) y algo que pese (nosotros usamos garbanzos secos, pero hay quien pone frutos como almendras y aprovechan para tostarlas mientras tanto) y se hornea durante uno 15/20 minutos (si el horno es con ventilador, 15 mejor)

Se saca del horno, se quita el peso y el papel y se vuelve a poner otros 5 minutos (este truco es importante, porque así la base queda bien firme y no chupa luego del relleno y no se queda blanducha).

Mientras tanto, se baten con varillas, ojo, los huevos, la nata y las especias, menos la alcaravea. 

Se ponen los ingredientes en la tartaleta, por este orden:

- la cebolla rehogada, formado una capa al fondo
- el queso rallado, también formado una segunda capa
- lo que hemos batido, procurando no chafar mucho las capas anteriores
- las semillas de alcaravea, por encima de todo

Se mete al horno, un poco menos fuerte, como a 180. Se deja hornear hasta que quede dorada y crujiente, unos 40 minutos más o menos, siempre según el horno, claro. Muy importante también es no sacarla del horno de golpe, sino que se deja unos minutos con la puerta abierta, para que no se chafe.

Et voilà...!