sábado, 19 de enero de 2019

Cumpleaños olvidado

Pues resulta que este blog ha cumplido 10 años el mes de noviembre pasado y, aunque en su momento pensé escribir algo, entre unas cosas y otras se me ha olvidado por completo.

Éste no es más que un pequeño texto de aniversario, en el que digo que últimamente no he escrito mucho porque he estado muy ocupada viviendo. Cosas muy buenas y cosas terribles con toda mi gente, a ambos lados del Mediterráneo. 

También aprovecho para decir que ya va quedando poco tiempo para que esta aventura libanesa termine, aunque aún me quedan muchas cosas por contar. Prometo que las iré sacando, eso sí, con la lentitud que me caracteriza.

Pero es imposible quedarse pegada a la silla delante de la pantalla del ordenador cuando ahí fuera pasan cosas como ésta. No son fotos mías, son de  la organización Live Love Beirut, que verdaderamente reúne una de las mejores colecciones de fotos del Líbano.


Valle de la Beqaa vista desde la localidad de Bar Elias, cerca de las ruinas de la ciudad omeya de Anjar


El Monte Líbano visto desde la Bahía del Olivo (خليج ألزيتونة)



La tormenta Norma sobre la bahía de Yunie, vista desde el Monte Líbano.

De modo que muchas gracias a todas las personas que, tras estos diez años,  tienen a bien seguir leyendo las cosas que cuento por aquí y también ¿por qué no? me felicito a mi misma por seguir pensando en contar y expresarme a través de esta herramienta.

¡Un saludo!

sábado, 12 de enero de 2019

Una de machismo

Hecho sucedido en Madrid, no hace mucho tiempo, durante estas vacaciones navideñas.

Restaurante del barrio de Chueca, mediodía de sábado. Mucha gente, pero no lleno a rebosar.

Entramos mis hijas (24 y 18 años) y yo (55 años) a pedir mesa, sin haber reservado ni hablado con nadie del local previamente. 

Empleado del restaurante (unos 30 años) que nos mira en modo evaluación y nos dice que para un trío tan estupendo siempre tienen mesa, llevándonos a una de las pocas que quedaban libres.

Nos trae la carta y medio se echa sobre la mesa para explicarnos el menú y hacernos sugerencias sobre lo que pedir. No es sólo una descripción de los platos y sus características, también incluye un montón de adjetivos para referirse a nosotras, exageradamente familiares y melosos, casi de abuela. Conviene indicar que era la primera vez que le veíamos.

En un momento determinado de la explicación, el empleado me mira directamente y empieza a hacer referencias explícitas sobre mi aspecto físico, citando partes de mi cuerpo que le parecen muy atractivas. Le respondo que debe acudir urgentemente a una revisión oftalmológica.

El tipo no se da por enterado y sigue su discurso gastronómico con su almibarado lenguaje hacia nosotras.

Mi hija pequeña le corta el embeleso pidiendo la comanda con voz seca y poniendo cara de pocos amigos, actividad en la que es una auténtica experta. También expresa en voz alta lo poco apropiado la conducta del empleado y que se siente muy incómoda con esta actitud y situación.

Yo le digo que más que incómoda, me parece una situación delirante y bastante surrealista. Casi que me da curiosidad ver dónde es capaz de llegar el menda en cuestión. Por eso no les digo que nos marchemos inmediatamente.

Nos sirve la comida otro empleado, amable y correcto, sin cruzar ninguna línea.

En el momento de pedir la cuenta y pagar, vuelve el empleado número uno y retoma su discurso sobre mi físico y lo maravilloso que será vernos cuando volvamos al restaurante.

Muy amistosamente, le planta dos besos a mi hija mayor y, a continuación, se gira hacia la pequeña, momento en el que ella le hace una cobra en toda regla, dando dos pasos hacía atrás con sus botazas, que resuenan en todo el local.

El tipo se queda parado, mirándola con cara de sorpresa. Nos vamos las tres, dejándolo ahí plantado en su pasmo.

Preguntas del millón:
  • ¿a los hombres os han evaluado alguna vez así en los locales a los que vais? NO, claro que no.
  • si hubiese estado el padre de mis hijas con nosotras, ¿el empleado habría hecho las mismas referencias a mi físico? NO, claro que no.
  • si mis hijas hubiesen estado con un amigo/noviete/acompañante, ¿habría intentado besarlas? NO, claro que no.
Pues esto, ni más ni menos, es un enorme gesto de machismo.

martes, 1 de enero de 2019

Carnival

Han pasado ya tres años desde que leí este libro, Carnival, que fue el primero que adquirí aquí en Beirut, en la Librairie Antoine, una cadena de librerías de origen francés que tiene algunos locales que me recuerdan a La Central de Callao.

Aunque hay en Beirut otras librerías más interesantes que he conocido posteriormente, esta sucursal en el Beirut Souks es la más completa y atractiva. Tiene tres plantas grandes, con obras en varios idiomas (árabe, inglés, francés, alemán, italiano y sí, ejjpañol), una sección infantil con área de juegos y entretenimiento, una sección enterita de libros de gastronomía y turismo, una pequeña galería de arte y un cafetín donde puedes curiosear los libros que se te antojen, además de zona de revistas y papelería:


Tienen un personal bastante amable (para lo que suelen pagar en este tipo de negocios) y en aquella primera visita, pregunté una de las vendedoras, una jovencita nativa con la expresión facial aún no alterada de cirugía estética, por algún libro de autoría libanesa que estuviera bien y fuese recomendable. La chavala no dudó y fue directamente por este libro, la novela Carnival, del autor Rawi Hage (راوي الحاج léase Raui Hach, aspirando la h), escrita en el año 2012:


Naturalmente no conocía ni por asomo al autor, del que hay una reseña en Wikipedia, con fotos incluídas, que dejo enlazada para quien tenga curiosidad. Resulta que es una celebridad que vive actualmente en Montreal, como muchos libaneses.

Como tenía muchas ganas de empaparme de la literatura actual, fuera de los clásicos conocidos, empecé con mucho interés y ganas a leerla. Debo decir que al principio me pareció muy rara, pero el texto desprende una especie de neblina densa y un poco asfixiante que atrapa al leerlo.
Durante muchas páginas intenté localizar los lugares que citaba en la ciudad de Beirut, que estaba empezando a conocer y manejarme por ella. Hasta que me di cuenta de que no era aquí donde estaba ambientado. Claro, así podía yo devanarme los sesos intentado colocar los lugares descritos en la realidad que ya me resultaba conocida a raiz de esos mis primeros pasos por esta ciudad.
La novela trata sobre la vida de Fly, un taxista, empleo que el autor tuvo durante un tiempo, los clientes que suele llevar en su coche y la pasión que siente por leer. He elegido este párrafo por su contenido social que abarca varios aspectos:
SALLY
[...] I knew a dancer named Sally once; I used to wait for her every Thursday and drive her home late, after her shift was over. She was smart, well-read. She was studying French literature at the local university, and we hit it off. First we talked about books, because she saw a book lying on the dashboard of my car. I believe I was reading Jean Genet at the time, Our Lady of the Flowers. And when she saw it her eyes brightened. A reader, she said, and smiled.
[...] At the end of every month, Sally would take a car with two work colleagues and drive to the south shore, to a meat-packing town where men worked in slaughterhouses for low wages. She and two prostitute friends would rent a couple of rooms on a cheap motel and host these workers, charging less than half the usual price. Charity work, Sally called it, and she explained it as a religious gesture, pointing our that Mary Magdalene had been a prostitute before and after meeting Jesus. Certainly after, she said, and giggled. The girl who iniciated the project was named Maggie, short for Magdalena, and that is why they called themselves the Magdalena girls and were known by the slaughterhouse workers as the Magdalenas.

Rawi Hage (2012): Carnival. Penguin Books. London, 2014.