martes, 26 de abril de 2011

Inventos antiguos


Esta imagen está tomada de los paneles que adornan la estación de metro de Tribunal de Madrid y muestra una fotografía de un local de la zona -a principios del siglo XX- en el que todo el género, tal como anuncia la muestra, se vendía a 65 céntimos de peseta, lo cual, en esos tiempos, no era precisamente una ganga, ya lo creo.

No soy capaz de apreciar qué cosas vendían, pero lo que sí queda plasmado es que determinadas invenciones que a veces nos llaman mucho la atención, de nuevas no tienen nada. Algo así como cuando escucho con mis hijas sus emisoras de radio y suenan canciones que fueron éxito en los 80 pero remodeladas al gusto adolescente actual. A mi comentario de esto es más viejo que andar pa'lante le sigue un exhaustivo interrogatorio sobre el momento de creación, autoría, etc. que casi nunca consigo contestar bien y terminamos buscando y encontrando en el baúl de los recuerdos que es internet.

¡¡¡ Qué cosas... !!!

miércoles, 13 de abril de 2011

¡Madredelamorhermoso, qué cosas!


Hay de todo, nadie se queda fuera. Lo malo es que no diferencia entre imputados y acusados, que los hay también.

Culturetas casposos

Pues me jode profundamente que un colectivo de culturetas intenten callarme la boca porque lo que digo que me disgusta de los talleres que montan sus amigos dependientes de las subvenciones públicas -que salen de mis impuestos- porque son incapaces de llenar las salas a base de méritos propios, les puede hacer perder sus miserables beneficios en virtud de oscuros sistemas de elección de sus hijos para participar en los citados talleres.

Me jode que, amparándose en una sacratísima libertad de expresión que según ellos yo vulnero al decir lo que a mí no me gusta, formen piña absurda intentando tergiversar mis sugerencias y pretendan callarme porque a su vez no les gusta lo que yo digo, sin ni siquiera haber pasado cinco minutos en las actividades que defienden con tanto ahínco, mientras que yo llevo hechos dos talleres consecutivos de a tres horas cada uno, empleando mi tiempo de descanso en esas actividades mientras ellos están ausentes de las mismas.

Sobre todo me jode la hipocresía de los cachosdecarneconojos que utilizan esos talleres como medio de aparcar niños los fines de semana y que, cual creyentes bien alienados, den por bueno todo lo que se les eche al coleto (al suyo y al de sus niños), demostrando muy poca capacidad crítica y menos cerebro aún.

¡Qué patético!