Pues me jode profundamente que un colectivo de culturetas intenten callarme la boca porque lo que digo que me disgusta de los talleres que montan sus amigos dependientes de las subvenciones públicas -que salen de mis impuestos- porque son incapaces de llenar las salas a base de méritos propios, les puede hacer perder sus miserables beneficios en virtud de oscuros sistemas de elección de sus hijos para participar en los citados talleres.
Me jode que, amparándose en una sacratísima libertad de expresión que según ellos yo vulnero al decir lo que a mí no me gusta, formen piña absurda intentando tergiversar mis sugerencias y pretendan callarme porque a su vez no les gusta lo que yo digo, sin ni siquiera haber pasado cinco minutos en las actividades que defienden con tanto ahínco, mientras que yo llevo hechos dos talleres consecutivos de a tres horas cada uno, empleando mi tiempo de descanso en esas actividades mientras ellos están ausentes de las mismas.
Sobre todo me jode la hipocresía de los cachosdecarneconojos que utilizan esos talleres como medio de aparcar niños los fines de semana y que, cual creyentes bien alienados, den por bueno todo lo que se les eche al coleto (al suyo y al de sus niños), demostrando muy poca capacidad crítica y menos cerebro aún.
¡Qué patético!
¡Qué patético!
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Gracias por el apunte.