lunes, 25 de mayo de 2015

Elecciones 24 de mayo 2015

Ayer noche ejercí mi derecho a asistir al recuento de la urna para el Ayuntamiento, en mi colegio electoral, según el Artículo 95.2 de la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General (LOREG).

No fui la única, al menos nos presentamos 3 personas, con cierta sorpresa por parte de algunos interventore/as pepero/as. Afortunadamente las cosas se desarrollaron de manera correcta.

Me llamó la atención una papeleta con voto nulo, debido a las proclamas nazis que habían escrito en ella.

El colegio en cuestión es un centro no apto para cumplir su función como colegio electoral. Esta situación ya se vivió en las elecciones Europeas anteriores, por cierto, yo pensé que alguien iba a hacer algo, pero nada, otra vez nos han tratado como borregos...

La entrada y salida del centro se realiza por una única puerta, en la que hay que salvar un escalón mucho más alto de lo habitual, al que le ponen una estrecha rampa de madera, muy corta, con más de 45 grados de inclinación y que no alcanza a cubrir la altura del escalón, de modo que es absolutamente ineficaz para salvarlo, además de dificultar, aún más si cabe, el paso de personas mayores con muletas, sillas de ruedas o personas con cochecitos de bebé. Como es la única manera de entrar o salir, se producen unos atascos que ya te digo...

Por otra parte, la distribución de las aulas (que entiendo muy pertinente en asuntos escolares) obliga a juntar todas las mesas electorales en la capilla del colegio, a la que se accede por otra única puerta, que en los momentos de mayor afluencia del electorado, se queda bloqueada por la cantidad de personas que pretenden entrar y salir por ella, además del follón que se produce en ese recinto, con colas de las mesas que se entrecruzan malamente –no hay sitio para hacer colas organizadas- y generan mucha confusión entre el electorado.

Es decir, que medidas mínimas sobre accesibilidad y prevención de riesgos con afluencia de público apenas se cumplen.

Debido a la citada organización de las aulas y el patio, desde que se abrió el colegio tuvimos un gran problema con la mesa para las papeletas (una única mesa para todo el colegio electoral, porque las otras posibles estaban ocupadas por necesidades del centro para otras cuestiones). No sólo esto, sino también fue situada en un pequeño vestíbulo, al que se accedía por una única puerta, lo cual generó unas enormes colas de votantes, hasta bien pasadas las 16’00 horas. Gracias a la insistencia de los interventores de las distintas formaciones, se pudo sacar a un espacio más accesible e incluso, a última hora, consiguieron poner una segunda mesa.

Es decir, no se previeron las necesidades básicas de un día electoral como el de ayer.

También fue llamativo comprobar que los representantes de la Administración (todos ellos muy jóvenes) comentaron abiertamente que cada uno recibe 300€ por ejercer tal función.

Aquí dejo un texto sobre esta figura de los Representantes de la Administración y su democrático modo de ser elegidos, ya que algunos de ellos explicaban sin rubor alguno que estaban ahí ejerciendo esta representación gracias al "enchufe" de sus padres o amigos:


En fin, que felicito a lo/as madrileño/as por votar masivamente a la persona que ha ordenado las cargas policiales contra la gente durante los últimos cuatro años. Vosotro/as mismo/as...

martes, 19 de mayo de 2015

Aterrizando en Beirut

Para llegar a Beirut no hay vuelos directos, ni desde Madrid ni desde Barcelona. La variedad de puntos de escala es muy amplia: Roma, Estambul, Ankara, Amman, etc. y dependiendo de las compañías, puedes llegar a echar más de 24 horas de viaje, sin que eso necesariamente sea más barato.


La primera visita la hemos hecho con Alitalia y una escala de hora y media en Fiumicino (Roma), que es un aeropuerto enorme, de modo que consumimos casi todo el tiempo de la escala en la caminata hasta llegar a la puerta de embarque del avión a Beirut y la enorme cola de seguridad que hay que tragarse para salir del Espacio Schengen.

Por todo Fiumicino, zona de tránsito (suena muy eclesial esto, pero no pienso poner transfer) hay montones de chuli-tiendas, de a tropecientos mil el cacharrete, a pesar de ser sin impuestos (no me quiero figurar lo que deben costar esas cosas en una tienda al uso, ni tampoco quiero poner duty-free...) pero no hay tiempo para curiosear. También están las insufribles tiendas de alcohol, las de perfumes (esas molan porque puedes probarlos de las muestras), las de productos típicos italianos (hay cosas buenas, sinceramente) y unos cuantos sitios para tomar algo, igualmente insufribles, con olor a cutre pizza, como sucede a veces en los ascensores de las casas con estudiantes. La primera parte del vuelo no se hace pesada, ya que dura un par de horas aproximadamente. Pero en la segunda parte, Roma Beirut, que son unas tres horas más, es muy cansina, sobre todo cuando ves que queda poco y no se llega, no se llega, no se llega... La parte buena es que te sirven una comida a bordo durante ese trayecto.

Lo primero que se ve al llegar de noche a Beirut es un mar de luces, muy potente, que de ninguna manera te hace sospechar que son todas producidas por generadores de gasóleo, ya que la electricidad, como la entendemos aquí, solo funciona cuatro horas diarias. Por eso es muy importante asegurarse, al buscar una vivienda, que tenga el correspondiente generador o un enganche al comunitario o cómo sea y que el precio esté incluido en el alquiler (además de los impuestos municipales).

Una vez fuera del aeropuerto Rafic Hariri se te clava en los ojos esa impresión caótica que cité en el primer post -por mezclada y abigarrada- que es la ciudad de Beirut. Unos barrios con características muy determinadas (campos de refugiados palestinos, por ejemplo) se suceden a otros totalmente diferentes, separados por una calle. En unos lados impera la tradicional visión oriental de exterior sin destacar-interior (presuntamente) cuidado, mientras que en otros ya el exterior muestra claramente que puede esperarse dentro, como Achrafiyeh o Hamra. Ya les dedicaré unas palabras...

Los conceptos Urbanismo y Planificación del territorio son manifiestamente mejorables. Uno de los problemas más graves que tiene este país y que se percibe sin mucha dificultad, es que la administración pública (ya sea local o provincial) tiene muy poca presencia y fuerza en la sociedad, de modo que, estrictamente, cada quien viene haciendo lo que le da la gana y cuestiones como poner aceras en la calle, dependen de la voluntad de quien construye los edificios, por ejemplo. Así que adiós a mi querido paisaje urbano de retícula hipodámica y el radial, propios de Madrid, porque apenas hay sitios para pasear en el sentido que aquí se entiende. Al menos que haya visto en esta primera visita. También eché de menos zonas verdes, aunque seguro que las hay.

La otra cuestión que ves inmediatamente son los puestos de seguridad por todas partes, con parapetos enormes de sacos terreros. Mucha seguridad no parece que proporcionen, sobre todo por la cara de aburrimiento o cashondeo fino de los mendas que los ocupan, aunque debo decir que algunos se toman muy en serio su trabajo e incluso un pequeño error gramatical (chapurreando con ellos en árabe), hace que te paren y no te muevas hasta que se aclara el entuerto. Si te los tomas como referentes territoriales, ayudan a moverse por una ciudad en la que lo habitual es que sólo las calles más importantes tengan nombre conocido...

Bueno, otro día, más.

Viviendo Beirut

Entre todos los regalazos que el Universo nos ha propinado desde finales de 2012, ha habido uno algo diferente. No lo he citado hasta ahora, por si acaso no se materializaba; es más, ni siquiera aún hoy me atrevo a decir que sea cierto al 100%, aunque algunos pasos se han dado ya.

Nos trasladamos a vivir a Beirut una buena temporada, por razones laborales. El asunto comenzará este próximo verano. Por este motivo, hemos estado allí unos días, para buscar casa, instituto y esas minucias.

Siempre oí decir que Beirut es una ciudad única y finalmente he podido comprobar el porqué. No es Europa, tampoco el Cham, aunque eso sí, tiene la luz del Mediterráneo más auténtica que he visto. Tampoco es musulmana ni cristiana, ni puramente francesa (que hay mucho de eso) ni puramente árabe ni otomana. Es Beirut, no hay nada parecido.

Para comprender mejor la ciudad y el Líbano en general, me está ayudando mucho el libro de Georges Corm (2006) El Líbano contemporáneo. Historia y sociedad, Biblioteca del Islam contemporáneo, nº 30. Ediciones Bella Terra, Barcelona. Da gusto leer textos así.

Nada más llegar recibes el impacto brutal de la complejidad de este país, que abarca varias dimensiones. Podría decir que los cinco sentidos no son suficientes para procesar toda la información que te llega y que necesitas desde el minuto uno para poder adaptarte al lugar. Porque sí, es muy parecido a Ejjpaña (comen berenjenas y cordero, hay playas y terrazas, incluso un Carrefur para comprar, la gente es muy abierta y parlanchina), pero a la vez hay un abismo enorme, como consecuencia de las injerencias insoportables del colonialismo y los poderes dominantes.

Me he propuesto (ya veremos, claro) ir relatando aquí esta experiencia, que ya está resultando todo un desafío, aún antes de empezar de verdad.

Un beso enorme.