La bestia salvaje que se llama Alqathafi está matando la gente en Libia, y cada persona que tiene una gota de sentimiento humano tiene que hacer algo de lo que puede, lo que sea... aunque sea decir una palabra...
Estas palabras no son mías, sino del escritor Muhsin Al-Ramli. Yo empecé a pensar qué podía hacer y es obvio que bien poco, pero siguiendo su idea, aquí están mis palabras:
Manifiesto mi admiración por todas las personas que están saliendo a las calles de Libia, de Túnez, de Egipto, de Yemen, de Bahrain, de Marruecos y de dónde quiera que falten por salir. Digo que es muy fácil salir a protestar a unas calles seguras, en las que los manifestantes reservamos sitio y todo lo más a lo que nos exponemos es a un pie torcido o como mucho, algún huevo lanzado con crueldad por los opositores.
Digo que es muy fácil llamar a la revolución desde un estado en el que te garantiza que esa llamada va a ser encauzada sin más en ciertos trámites burocráticos y que tu máxima preocupación sea conseguir el número suficiente de octavillas, silbatos y pancartas para adornar tus reivindicaciones con los colores adecuados.
Digo que salir a la calle cuando lo que te espera ahí fuera son las bombas y los francotiradores es algo más que respetable, es que teníamos que estar todos callados por no hacer nada y que aquí, cuando se nos están dando mil y una oportunidades para salir a la calle a protestar, por vaguería, por comodidad y por yo qué sé, nos quedamos en casita dejando que nos quiten todo lo logrado sin más.
Digo que se nos debería caer la cara de vergüenza, por nosotros y por esta gente que sabe lo que le espera y que aún así, no paran de salir a reivindicar lo que les ha sido usurpado o nunca han tenido.
¡Qué lección le están dando al mundo!
Eso es lo que digo
No puedo estar más de acuerdo.
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