Siempre me he preguntado si el nombre baladi -del conocido estilo de danza egipcia- tenía algo que ver con la palabra castellana baladí, que me barruntaba yo que sí, pero no tenía ninguna seguridad. Hoy he podido comprobar que, efectivamente, ambas palabras están relacionadas, pero no del modo que yo imaginaba.
Gracias al profesor Ziyad Muhammad Gogaze, de la Universidad de Jordania, he aprendido en su artículo Los falsos amigos en el léxico español de origen árabe, Philologia Hispalensis, Vol. 21 nº 1 (2007) pp. 83-103*, que la palabra baladí, que actualmente en castellano significa de poca importancia, viene de la palabra árabe بلدي, es decir, local, propio. Curiosamente, en el DRAE aparece como segunda acepción para baladí la siguiente: 2. adj. ant. Propio de la tierra o del país.
Es curiosa esta derivación, que empieza en una palabra que se usa para aludir algo que es de tu propiedad, algo tu entorno y que termina por referirse a algo de clase inferior, algo de poca importancia.
¿Será cuestión de autoestima...?
*Recomiendo la lectura del artículo en cuestión, porque no es el único caso y hay palabras que también presentan una evolución muy llamativa, como gilí (imagino que os han pasado el absurdo texto ese de Don Gil Imón, el madrileño medieval, lleno de majaderías y errores históricos), máscara o alminar, entre muchas otras.
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