sábado, 19 de noviembre de 2011

Situaciones surrealistas


Sábado por la mañana, 12.50 horas en una oficina de correos de mi barrio, situada en un antiguo almacén de bebidas que a su vez estaba instalado en el garage de una vivienda, de más de 50 años de antigüedad.

La oficina estaba llena de gente a la que atendían con los consabidos papelitos de turno. Algo más tarde de las 13.00 horas, que era la marcada en todos los avisos como hora de cierre, una persona ha ido a la única puerta que hay en la oficina, para cerrarla con llave, porque ya tocaba cerrar. A todo esto había unos 4 ó 5 trabajadores más atendiendo a todo el público que guardábamos turno.

Una persona que ya había terminado, al ir a salir, se ha encontrado con la puerta cerrada con llave. Se ha puesto a dar voces diciendo que le daba claustrofobia estar encerrada de esa manera, que no podían cerrar la oficina con llave e inmediatamente ha surgido el comentario inevitable "Cierran porque son unos vagos y no quieren seguir atendiendo" "No pueden cerrar así a la gente" "A éstos les daba yo empresa privada para que sepan lo que es trabajar"... Y otras lindezas por el estilo en las que el objetivo ha sido desprestigiar al colectivo de trabajadores de la oficina y por ende, a todos los trabajadores públicos. En este punto conviene recordar que una gran mayoría de los habitantes de esa parte del barrio son, precisamente, trabajadores publicos o familiares de los mismos.

No he podido evitar decir a mi vez que los trabajadores de correos llevan ya tiempo privatizados, que probablemente el atasco que hay en las oficinas actualmente se deba a los recortes de personal y presupuesto implantados en aras de la rentabilidad que persiguen las empresas privadas y que las deficiencias del diseño de la oficina no son responsabilidad de los trabajadores que allí estaban. La cosa se ha ido diluyendo conforme salía la gente que terminaba sus gestiones, asunto que no iba tan rápido como todo el mundo deseaba porque cada vez que eso sucedía, uno de los trabajadores tenía que ir con la llave a abrir al que terminaba. 

A ver, mal está que la oficina en cuestión carezca de un sistema moderno de entrada y salida, que se pueda controlar sin necesidad de echar llaves o cerrojos, pero me ha preocupado mucho que ante una situación en la que era evidente que no había dejación de los puestos de trabajo por parte de ninguno de los que allí atendían, se ha volcado sobre ellos mucho malestar, desprestigio e incluso rabia mal contenida. Si ése es el sentimiento, mal vamos, porque se avecinan muchos más recortes aún, muchas más desregularizaciones y privatizaciones de los servicios públicos, pero la gente no parece darse cuenta de lo que eso significa y si se sigue exigiendo la misma calidad de servicios, no a los dirigentes que los manejan, sino a los curritos al pie de obra que en modo alguno son responsables de los horarios establecidos, de los diseños de los espacios de trabajo y que además, no les pagan por trabajar a destajo, que es lo que la gente pedía a gritos..., malo, malo, malo.

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