Esto es la vorágine, en plenitud.
Repasar qué falta (muuuuuuuuuuuuuuucho) y qué sobra (también). Ayuda poca, porque hay quién todavía está ejerciendo mucha resistencia pasiva al cambio de vida. Bueno, a veces es una resistencia bastante activa, como la de no presentarse a un examen de francés, a ver si colaba y no conseguía uno de los certificados que le solicitan en su nuevo instituto... Afortunadamente no le valió de nada y ya tenemos el dichoso papelito.
De repente todo lo que te rodea se te antoja imprescindible y a los cinco minutos inútil. Así no hay quien pueda hacer un equipaje decente, pero en ello estamos.
Despedidas, pues es un horror. Hay tantas personas a las que llamar y ver, a las que abrazar. Pero no tengo tiempo material para hacerlo. Y creo que tampoco quiero hacerlo, porque no es una cuestión definitiva esto de irse a Beirut. Al menos no quiero verlo así.
De modo que sigo con mis quehaceres, ¡que aún tengo un porrón de asuntos que dejar apañados!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por el apunte.