sábado, 3 de enero de 2009

Estambul, II. Apuntes gastronómicos

La comida turca es deliciosa, especialmente la otomana, osmanli mutfagi. Cometimos la barbaridad económica de ir un día a comer al Restaurante Rami, especializado en la recuperación de las viejas recetas elaboradas en las cocinas del Palacio Topkapi. Si alguien tiene la intención de ir, es muy recomendable empezar una hucha, pero ciertamente merece la pena, por la calidad, el servicio y las vistas, justo enfrente de la Mezquita Azul:

Vista desde la ventana de nuestra mesa

No sé si lo que tomamos era de verdad una recreación de la cocina osmanlí, pero desde luego estaba delicioso. Uno de los platos más originales fue un asado de verduras en papel vegetal, con aceite de oliva como condimento principal y algo de sal. Al traerlo a la mesa, el papel tenía aspecto de pan de pita un poco retostao y cuando nos lanzamos a hincarle el diente, al camarero casi le da un síncope y, todo apurado, se apresuró a aconsejarnos muy educadamente que no era buena idea comerlo...

También nos aconsejó probar una modalidad de kalamari (lo ponían así, en griego), que resultaron ser rabas, no exactamente las de La Primera del Puerto de Pontejos, pero rabas al fin y al cabo, con la novedad de ir acompañadas por un limón partido en dos mitades, una tal cual y la otra rellena con salsa tártara (o parecida). Vaya, mi impresión sobre las similitudes entre Santander y Estambul no iba tan desencaminada.

Se usan mucho las berenjenas, Patlican, con las que nos sirvieron otro plato que se supone favorito de los sultanes, del que no recuerdo el nombre, pero que estaba compuesto por berenjenas en trocitos, cebolla y carne picada, todo ello horneado con salsa de tomate natural y servido en un cuenco de cerámica.

El baklava de almendras, rezumando miel y tierno es de esas cosas que dificilmente pueden olvidarse. Tampoco el café turco; por favor, dejarlo reposar antes de beber:


Fuera de este restaurante tomé la Mercimek çorbasi o sopa de lentejas, con un poco de arroz y perfumada con alguna especia deliciosa. La sirven también con unas rodajas de limón, para echarse unas gotas.

Como resumen, pues decir que no hay nada nuevo alrededor del Mediterráneo, que las similitudes entre una y otra orilla son tan palpables que deberíamos reflexionar un poco sobre ello, porque no solo se perciben en la gastronomía, sino en la gente también. Y eso es muy significativo.

3 comentarios:

  1. Que envidia, es una de nis asignaturas pendientes, viajar por la antigua Bizancio.

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  2. Pues entonces, en cuanto puedas, no dejes de ir, porque Bizancio está muy presente en toda la ciudad. Además de Santa Sofía, hay lugares como la Cisterna o el Mosaico del palacio de los emperadores o el Museo Kariye que debes visitar. Lo mismo la sección bizantina del Museo Arqueológico, hay auténticas joyas de una cultura de la que aquí no tenemos demasiada presencia.
    Un abrazo

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  3. Tontastoy oyes, también está el Monasterio de Sümela, situado al borde un acantilado, en las montañas de Ponto, construido en el siglo VI. Esto es la costa del Mar Negro, pero ya que vas...

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Gracias por el apunte.