miércoles, 29 de enero de 2014

La cueva de Coimbre, Asturias

Si a alguien le gusta el Paleolítico, necesariamente debe darse un garbeo por la Cornisa Cantábrica, porque no sólo de las grandes cuevas hay documentación arqueológica, sino que en cualquier rinconcito pueden localizarse yacimientos, normalmente tan espectaculares como desconocidos. Todos ellos tienen una característica común: los emplazamientos, normalmente impresionantes, sobre todo los que están situados en la zona de alta montaña.

Este es el caso de la Cueva de Coimbre (o de las Brujas, que ya comentaremos...), situada entre las localidades de Besnes y Niserias, del concejo de Peñamellera Alta asturiano:


La boca de la cueva está orientada al sur-suroeste, de forma que recibe sol prácticamente todo el día, y se abre en la ladera del monte Pendendo, a 33 metros de altura sobre el cauce del rio Besnes, muy cerca ya de su desembocadura en el muy conocido río Cares. O sea, que hablamos de la zona de Picos de Europa.

La cueva se conoce desde hace un montón de tiempo, ya que, como sucede en muchísimas otras, se venía usando su sedimento para labores agrícolas (es muy rico en materia orgánica el suelo de las bocas de las cuevas), pero no es hasta 1971 cuando se localizan los grabados rupestres y se realiza la primera inspección espeleológica de la cavidad.

Tal como definió el profesor e investigador Dr. D. Joaquín González Echegaray (que son palabras mayores...) hace ya algún tiempo, en la Cornisa Cantábrica encontramos yacimientos paleolíticos diferenciados según tres zonas diferentes del territorio:

1. yacimientos próximos a la actual línea de costa, normalmente especializados en los recursos marinos (llenos de conchas de Patella e instrumentos propios de la pesca, como arpones de hueso)

2. yacimientos en los valles medios, entre la alta montaña y la costa. Suelen ser grandes cuevas, como Altamira o Castillo, lugares que funcionaron como centros de reunión y hábitat, a juzgar por la variedad, abundancia y continuidad de restos que aparecen en ellos. Suelen albergar también los mejores ejemplos de arte rupestre.

3. yacimientos situados en la zona de alta montaña, que en su momento no estaban cubiertos por glaciares. Suelen evidenciarse como puestos de caza, tanto por el emplazamiento, que domina una buena zona visual con un cauce de agua cercano, como por los materiales que se obtiene de ellos (restos óseos de cápridos e instrumentos propios de caza, como azagayas y varillas de hueso o piezas cortantes líticas) y es en este grupo donde debemos situar la cueva de Coimbre.

Ciertamente hasta 2008 no se le hace mucho caso, pero en esa fecha se inicia un proyecto de investigación, que ha venido a concluir las siguientes cuestiones:



  1. La ocupación de la cueva corresponde al periodo conocido como Magdaleniense Superior-Final, o sea, entre el 13.000 - 12.000 BP, conclusión a la que se llega tras analizar las diferentes piezas de industria ósea (sobre las materias duras de origen animal) y industria lítica (hechas sobre piedra) y compararlas con yacimientos ya datados.
  2. Se ha obtenido una importante cantidad de restos óseos de la fauna propia de ese momento: uros, caballos, corzos, rebecos, jabalíes, siendo los más abundantes el ciervo y la cabra. Además, hay presencia de microfauna (ratones y conejos) aves y peces. En muchos de esos huesos hay huellas de descarnado y marcas de percusión para obtener tuétano (o sea, se han aprovechado como alimento y materia prima energética)
  3. Además de un espacio económico, la cueva alberga manifestaciones artísticas, siempre relacionadas con un modo de pensamiento simbólico más allá de la supervivencia.


Las representaciones rupestres son grabados (no pinturas, que no se han encontrado aún) repartidos en cinco conjuntos a lo largo de las paredes de la cueva. De ellos, el más llamativo es el gran bisonte que se encuentra en la sala principal. Hay un primer conjunto, a la entrada, que se ilumina directamente con luz natural; un segundo conjunto que recibe luz según el momento del día y la estación del año (donde está el gran bisonte) y el resto se halla en la zona de penumbra, al interior de la cueva. Se trata de figuras de animales y signos, hechos con trazo fino.


Igualmente la excavación ha proporcionado piezas de industria ósea decorada y de arte mueble (en forma de objetos de adorno colgantes, hechos sobre conchas y cuentas de hueso perforadas), de las que no tengo imagen.

Para saber más:

David ÁLVAREZ-ALONSO, José YRAVEDRA, Álvaro ARRIZABALAGA, Jesús F. JORDA PARDO y Nemesio HEREDIA (2009): La Cueva de Coimbre (Peñamellera Alta, Asturias,España): su yacimiento arqueológico y su santuario rupestre. Un estado de la cuestión en 2008. MUNIBE (Antropologia-Arkeologia), nº 60, pp. 139-155

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