No pretendo plasmar sesudos análisis sobre lo acontecido, solamente describir algunas experiencias que viví ayer, muy significativas en lo personal y seguramente en lo general.
La primera tuvo que ver con el papel que las mujeres desempeñamos actualmente en esta sociedad que vivimos:
- Mi parte de trabajadora remunerada, la que acude al centro de trabajo ese al final del culo del mundo al que me toca acudir desde hace algún tiempo, pudo ejercitar su derecho constitucional a la huelga sin más problemas que el cacho que me quiten a final de mes, que no va a ser pequeño.
- Pero mi parte trabajadora no remunerada, esa que vengo ejerciendo con servicios mínimos del 100% en turnos de 24 horas y 365 días al año (366 si son bisiestos), ésa no pudo ejercitar ni un poco tal derecho antes citado. Curiosamente, en la manifestación ya por la tarde, vi un montón de mujeres que llevaban unos carteles que hacían referencia a eso mismo: nosotras también estamos, pero no computamos. Es decir, que aún hay mucho que hacer en este terreno.
- Igualmente en esa manifestación observé que había un colectivo razonablemente grande de mujeres inmigrantes -sobre todo de América, a juzgar por su forma de hablar-. También mujeres mayores y mujeres acompañadas de bebés y niños en cochecitos. Bueno, estamos en la brecha y enseñando a las generaciones futuras.
La segunda experiencia fue en la puerta del edificio de la Bolsa, en la Plaza de la Lealtad. Yo había quedado por esa zona con otras personas y en un momento dado nos acercamos por ahí, ya que se oía desde lejos un coro potente de voces, cantos y mucha animación. Efectivamente justo delante de las escaleras del edificio se iba concentrando un grupo de gente que cantaba y gritaba sus razones frente a tan significado lugar. Ni que decir tiene que la entrada estaba cubierta por otro nutrido grupo de antidisturbios que, en perfecta formación, se alternaban entre las columnas corintias del pórtico, a modo de atlantes avizores.
Unos cantaban, otros vigilaban...
En un momento dado, de dentro del edificio salió un ser humano masculino, que inmediatamente fue silbado y abucheado por los allí presentes, faltaría más. El citado personaje bajó las escaleras aguantando el tipo, pero al llegar a la acera, prácticamente a mi lado, y sin mediar más provocación que los gritos y abucheos citados, no tuvo a bien otra cosa que empezar a repartir patadas a los allí presentes. El resto es imaginable y además, fue televisado según tengo entendido. Ciertamente había también bastantes periodistas con cámaras y micrófonos en ristre.
Lo que me pareció significativo de esta historia es que pareció una suerte de patético espectáculo de la situación real: gente que chilla y grita con más o menos fuerza, pero gente que como únicas armas portaban banderas y pitos, junto a algunos cochecitos de bebés, que también los había. Un único tipo prepotente, sabedor del poder que representa y que posee de facto, cuya respuesta a los gritos es un ataque en toda regla a esa gente, gente que expresaba únicamente con sus voces toda su amargura por la pérdida de derechos que las actuaciones de tipos como ése están perpetrando contra la sociedad.
Finalmente, resultó muy divertido escuchar al presidente de la CSI, Michael Sommer y su discurso en alemán. Debió llevarse una gratísima impresión del pueblo de Madrid y de sus conocimientos de esa lengua, ya que debido a lo enardecido de su discurso, la gente vitoreaba y aclamaba sus palabras sin esperar a la traducción, solamente por el entusiasmo con que las pronunciaba.
En fin...
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