domingo, 24 de abril de 2016

El secreto del calígrafo

Cómo no engancharse con Rafik Schami, si escribe magia pura. En este caso el libro es El secreto del calígrafo, de EDICIONES SALAMANDRA, publicado en 2009. Otra vez Damasco, incluso aparecen Tahia Carioca y Samia Gamal, ahí es nada. Una manera de pasear por la ciudadela y los barrios que rodean la mezquita omeya. Y muchas cosas más que nos pueden ayudar a comprender la vida en Siria durante los años 50 del siglo XX y acercarnos al sufrimiento actual de sus habitantes:

La ciudad vieja de Damasco aún estaba envuelta en el gris manto del amanecer cuando un increíble rumor llegó describiendo círculos hasta las mesas de los pequeños fogones y los primeros clientes de las panaderías: Nura, la bella esposa del respetado y acomodado calígrafo Hamid Farsi, había huido.

[...]

El imán Rami Arabi, padre de Nura, estaba agotado desde octubre porque, además de las cinco oraciones oficiales, tenía que dirigir en su pequeña mezquita a grupos de hombres que entonaban canciones religiosas hasta el amanecer para apaciguar a Dios y pedir la lluvia. [...] Se trataba de cantos lacrimosos que al imán Rami no le gustaban, porque se hallaban a un paso de la superstición. Ésta se apoderaba de las personas como si fuera un hechizo. No eran individuos sin formación, sino hombres prestigiosos que creían que las columnas de la vecina mezquita llorarían conmovidas al oir la oración del imán Hussein Kiftaros, personaje medio analfabeto de gran turbante y larga barba.

Rami Arabi sabía que las columnas jamás lloran, sino que con el frío condensan en gotas del agua el aire que respiran los orantes. Pero no podía decirlo. Debía tolerar la superstición para que los analfabetos no perdieran la fe; eso le decía a su mujer.


La calle Recta de Damasco, cerca de la Puerta del Este o Bab Sharqui, que es el arco que se ve al fondo. En primer plano, las basas de las columnas romanas que formaban parte, en su momento, del Decumanus Maximus, que recorría la cuidad de Este a Oeste



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